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Abstract

Las sociedades latinoamericanas y caribeñas están entre las más violentas del planeta. El problema parece estar empeorando. ¿Por qué? No hay una sino muchas explicaciones que dan cuenta del incremento constante del crimen y de la victimización en la región. Además de lo impactante de la desigualdad y de la impunidad crónica, gran parte del problema se origina en enfoques represivos y punitivos para hacer frente a la criminalidad. En las últimas décadas ha surgido una nueva generación de medidas de «seguridad ciudadana» más positivas. Estas amplían el enfoque de la seguridad pública centrado en salvaguardar las instituciones públicas, dando lugar a la inclusión de una preocupación por preservar la seguridad y los derechos de los ciudadanos. Esto incluye estrategias para reformar las fuerzas policiales, la justicia penal, los sistemas penales, junto con actividades de prevención de la violencia centradas en las familias y los jóvenes en situaciones de riesgo. Aunque la evidencia científica sólida sobre su efectividad aún es escasa, la seguridad ciudadana representa una evolución positiva del pensamiento en un dominio por lo general firmemente conservador.

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